ProyectAr

Durante el mes de febrero, algunos alumnos de la camada 2009 de Proyectarte (Matías, Martina, Camila R., Luisina, Karina y Soledad) realizamos un pequeño taller para jóvenes en el Hogar San Pablo, en el barrio de Caballito.

Esta institución se encarga de “brindar atención y contención integral a niños y adolescentes con problemas psicológicos que, tras haber sido derivados por un ente gubernamental a una institución, necesitan un tipo de tratamiento especial.  Los chicos llegan al Hogar tras haber sido separados de sus familias por problemas en sus entornos, que en general tienen su raíz en abusos morales físicos, sexuales, o insatisfacción de necesidades básicas por parte de los adultos responsables”.

Después de algunas reuniones entre nosotros para programar las actividades, tuvimos tres semanas de encuentros: una en el hogar y dos en Proyectarte. Nuestros objetivos eran muchos: ponernos a prueba y ver si podíamos transmitir algo de todo lo que habíamos estado aprendiendo hasta el momento, como así también ver cómo funcionábamos como grupo “del otro lado”, tratando de hacernos cargo de un grupo.

Tuvimos un primer encuentro con juegos para entrar en confianza, seguido de otros que tenían como objetivo la programación y posterior realización de un mural. La experiencia fue enorme. Con seguridad aprendimos mucho más de lo que enseñamos. Aprendimos que no siempre es factible llevar a cabo lo que se programó. Que despegarse de las ideas iniciales puede resultar mucho más fructífero que apegarse a ellas cuando la dinámica del grupo así lo demanda, y que del juego y la improvisación pueden surgir excelentes obras de arte. Porque el arte es eso: es juego, es dinamismo, es movimiento. Es alegría compartida. Y durante esas semanas nosotros compartimos esa alegría. Y aprendimos de ella.