El arte como un motor social de comunicación

Para profundizar la formación de los egresados, Proyectarte decidió convocar al curador y coordinador de Artes Visuales del Centro Cultural Ricardo Rojas, Máximo Jacoby, para compartir su concepción sobre el arte, en el seminario “Circulación de la obra: relación entre texto y contexto”.

En los cuatro martes de mayo que conformaron el encuentro, participaron un grupo de veinte artistas jóvenes que pensaron junto al invitado, qué quieren decir y por qué quieren decir algo con las artes visuales.

Jacoby consideró que describir el campo artístico local y su funcionamiento era un punto de partida importante para entender por qué es necesario para el arte contemporáneo que el artista hable sobre su obra. Es interesante destacar la comparación que hizo entre las nociones que tienen los artistas con respecto a la definición y la función del arte en la sociedad.

El pre-concepto del espectador que piensa ”esto lo puede hacer mi sobrino” es un paradigma establecido que adhiere a que sólo la complejidad del producto final hace la legitimación del arte. Esta es una concepción moderna que señala que para ser artista profesional hay que tener una formación académica formal que impulse la práctica clásica del arte, como noción fundamental para explicar su significado. Así, el artista toma a la obra como algo que lo sobrepasa, que está fuera de él y que no necesita tener una razón de ser personal. De tal manera, establece la función romántica del artista ermitaño, que no tiene relación con otros campos sociales, porque la mera expresión creativa y de una técnica específica hace que la obra se demuestre a sí misma.

En la actualidad, existe mucho acceso a la información, lo que permite distintas formas de conectarse con el mundo e incita a contemplar nuevos métodos de formación artística. Poder pensar el arte contemporáneo como un lenguaje que se nutre de muchos campos para completarse es impulsarlo como un motor social de comunicación. Entonces se convierte en un arte relacional, que se basa en varios métodos para construirse, porque interactúa con otras disciplinas para conformar un lenguaje más amplio. El artista contemporáneo es considerado como creador que influye en la sociedad, por eso es importante la exposición de los procesos: el procedimiento que utiliza define qué es el producto final (pueden ser pensamientos o acciones que hacen a la formación de una obra). En consecuencia, lo que intenta el arte contemporáneo es que las prácticas sean heterogéneas, que las artes visuales sean más evocativas, que tengan más formas para expresar el pensamiento humano y que sus mensajes puedan acceder a sectores más extensos.

Pero para impulsar una expansión es preciso trabajar con conceptos abiertos, no aferrados a determinaciones estéticas, y alcanzar nuevos soportes para que el arte no sea necesariamente comercial, sino una herramienta que estimule el pensamiento del artista y del público. Justamente, introducir la palabra del artista en la contemplación de la obra puede ser una manera de promover este objetivo.

¿Cuál es el lugar del texto en las artes visuales? Entender el sistema de producción de una obra (dónde lo hizo, a qué público está dirigido y cómo construyó la obra) sirve para no dar las cosas por sobreentendidas a la hora de comprender una obra de arte. Es elemental que el artista participe activamente del pensamiento sobre su obra, para establecer un diálogo que justifique un mundo de acción. Que el artista contemporáneo pueda concebirse como un investigador, revela la importancia de determinar cuanta distancia hay entre la intensión del artista y lo que ve el espectador, para que la obra esté más cercana en el análisis, al punto que lo que interesa es cómo el artista describe y conceptualiza su proceso creativo.

Los escenarios históricos que modifican el foco del artista es necesario exhibirlos para que el espectador tenga en cuenta el modo personal en que realiza con su acción artística, una interpretación del mundo. El lenguaje escrito rompe con la convención clásica de un proceso homogéneo, porque incluye el contexto del artista y sus interrogantes en la obra. También propone si ésta tiene sentido como algo aislado de la dinámica social en que participa el artista, quien la construye con determinados fines y con ella hace aportes al momento que vive.

Entonces, concebir al artista visual como un pensador que se pregunta por qué hacer arte y que además enuncia una opinión concreta (escrita) sobre su propia praxis transforma a la obra en un elemento de conversación con la realidad que lo conecta al observador.