Danny Scherman refleja a los estudiantes de ProyectArte

“En Marzo de 2009 un nuevo grupo de 18 estudiantes comenzó su camino en la beca, y hoy, por terminar el segundo de tres semestres del programa, se acerca al final de esta primera etapa.
Debemos considerar que hablar de este proceso, es hablar de momentos en sus caminos, en sus búsquedas personales. Son potencialidades que van desarrollándose y en mayor o menor medida, crecerán y crearán un camino en el arte. Como todo y como particular en la creación, la mutación, el cambio, son cualidades primarias.
Desde mi lugar, vivencio los procesos, guío e imprimo recursos y experiencias en el grupo. Desde este lugar entonces, paso a jugar con las palabras y a transferir lo sutil de estas experiencias artísticas.
El grupo de 18 se presentó afortunadamente heterogéneo, condición bien sostenida a lo largo de estos meses.
En el centro, expansivos y veloces están Mariano y Laura. Mariano, firme a su imagen navegó desde imágenes que evocan la etapa infantil, la estructura publicitaria y postreramente el graffiti. Laura, contenida por un concepto de fuerte presencia, se diversifica técnicamente y en formato. Desde la pintura, al trabajo de línea con escritura, a la intervención de objetos. Allí desemboca casi de lleno la acción de Camila T., viniendo desde la figuración y el interés por la anatomía, hacia la geometrización, el trabajo con objetos, codeando el ready made y la escultura, tomando el espacio. Martina, profundiza su imagen, libera el tratamiento, entonces da permiso al accidente, y por allí enriquece su interés, sus personajes, que son motor de su producción, sumado a su inventiva para situarlos en la composición.
Al este, Mora, delicada y minuciosa, escuda en su imagen un anhelo de luz, luz que explora con el color, con la pintura, luz que se proyecta desde el plano. Nehuén, apegado al realismo, se suscitó al expresionismo abstracto, rompiendo esquemas y redireccionando el tratamiento de la imagen, revalorando la forma, liberando el color. En un punto aparece el cuerpo desnudo, Florentina contiene el cosmos de la obra en la figura, juega y crea sobre la anatomía, desde un dibujo denso de valor, pasando por el color y el trazo del pastel, al carbón y la forma abierta y gestual. Luisina les da esencia desde el escenario en que los representa, investiga el espacio, propone contenido en situación.
Al norte, Matías, el mayor del grupo refleja madures, transitando su imagen siempre desde la sutileza, primero en personajes que se diluyen en la atmósfera, luego en paisajes austeros y eléctricos y hoy se zambulle en la oscuridad y reflejos de luz en espacios que podrían ser abstracción. Portando una imagen ilustrativa, Soledad encuentra una paleta propia de verdes y azules y expande su pintura alcanzando escenas de ensueño e imágenes cargadas de símbolo. Por aquí están quienes mas fervientemente defienden su propia imagen, su poesía; Karina, crea situaciones donde los personajes se cargan y contienen, trabajando la forma y haciéndose fuerte desde el color. Antonella, muchas veces irónica, otras naif, se potencia en esta dualidad, encontrando en el proceso lo válido de su creación, de su imaginación. Victoria, descomprimiendo un potente mundo interior, legitima su imagen por sugestiva, soltando progresivamente la pincelada. Eugenia, abierta al conocimiento, se alía al color, explorando sus contrastes, evolucionando del color plano y los grises, hacia mezclas e imágenes sugerentes, de personajes inquietantes.
Al oeste, Jesica recorre su imagen, dotada de fuerte contenido, entrando en contacto con la materia, pintando con los dedos, liberando el gesto, la materialidad, haciendo surgir la forma de la tormenta. Camila R. tocada por la estética del art noveau, desarrolla una imagen de color potente, vibrante, de figuras que flotan en su sentido, en su esencia, de formas que juegan libres para volver a atenuar la paleta y buscar sutileza. Sacha, de experimentar con materiales, tamaños, de imágenes diversas, se liga al color, de la figuración se vuelca a la abstracción, refina su paleta, agrega textura, compone con la forma y el ritmo. Y Cristina, con el paisaje como baluarte, donde puede o no aparecer un personaje, de pincelada rítmica, perfecciona su manejo del espacio, su paleta, amplía sus formatos en tamaño y forma, maneja la carbonilla y pinta con pasión.
Y parado desde este simbólico Sur, cruzo la puerta de un taller, cargado de proyecciones, de un grupo de 18, unido, cálido y creativ.”

Danny Scherman. Asistente de taller.